En el año 2000, me diagnosticaron pancreatitis, una enfermedad que casi me quita la vida. Hasta el día de hoy, tengo un catéter fallido incrustado en mi interior como recordatorio de la pesadilla vivida. Las dolencias provocadas por esta enfermedad fueron tan severas que tuve que acudir a una especialista para que me recetara analgésicos fuertes, tan fuertes que cada mes firmaba un contrato con la DEA.
En esa época, dichos médicos recetaban pastillas como si fueran golosinas. Llegué a tomar una mezcla de casi 20 pastillas de Norco y OxyContin al día, además de usar parches de fentanilo de 100 miligramos. Esto se sumaba a otras medicinas que tomaba, además de inyecciones masivas de Benadryl. Me volví adicto, no a los estupefacientes de los "chapulines" locales que distribuían drogas ilícitas, sino a los recetados por médicos legítimos. Varias veces estuve al borde de la muerte por estas sustancias. Perdí gran parte de mis dientes debido a los químicos ingeridos. Gracias a Dios y a mi fuerza de voluntad, decidí dejar esas porquerías venenosas en 2007. Hoy, casi 18 años después, no consumo ninguna de estas drogas.
Lamentablemente, muchos en Estados Unidos no tienen la misma suerte. Desde el año 2000, el país ha visto un aumento significativo en las muertes relacionadas con opioides. Según los CDC, entre 1999 y 2020 aproximadamente 932,400 estadounidenses murieron por sobredosis de drogas. En 2021, los opioides estuvieron involucrados en alrededor de 80,400 de las aproximadamente 109,200 muertes por sobredosis de ese año.
Actualmente, es común culpar a los cárteles mexicanos por la crisis, cuando realmente surgió por empresas como Purdue Pharmaceuticals, sancionada por fomentar el uso de opioides en Estados Unidos.
Los líderes estadounidenses son cobardes: es más fácil culpar a un chivo expiatorio que reconocer que la crisis surgió en su propio país. Sin embargo, México, con una presidenta valiente que no tiene pelos en la lengua, confirmó mi experiencia.
“La crisis de los opioides en Estados Unidos es producto de las farmacéuticas. Hay documentos que lo reconocen, de cómo algunos medicamentos para el dolor que usaban opioides químicos […] Ahí comienza la crisis, promovida con una gran campaña que hizo parecer que este medicamento era como cualquier otro para el dolor. Esto culminó en esta crisis terrible del consumo de fentanilo, cien veces más potente que la heroína,” declaró Claudia Sheinbaum en una conferencia de prensa el 2 de diciembre.
La Dra. Sheinbaum también desmintió un informe del New York Times que señalaba que jóvenes mexicanos fabricaban fentanilo al estilo de *Breaking Bad*.
“Esto que dice el New York Times, que son jóvenes mexicanos, estudiantes de química, quienes desarrollan las drogas… No necesariamente. Que yo sepa, lo que he visto es una serie de televisión estadounidense que muestra cómo un profesor de química se involucra en la producción y venta de droga. No tenemos informes que confirmen esto,” destacó Sheinbaum.
Hace una semana, Donald Trump prometió imponer aranceles del 10% a importaciones chinas y del 25% a productos canadienses y mexicanos, a menos que detuvieran el flujo de analgésicos y migrantes a su país. Claro, es retórica populista que su base de seguidores aplaude, pero no aborda las raíces del problema en Estados Unidos. Hasta que Trump y sus lacayos enfrenten la realidad, el país nunca resolverá esta crisis épica. Es mejor escuchar a una verdadera doctora para entender las raíces de una nueva pandemia que está acabando con tantas vidas jóvenes.
El audio en Sound Cloud:
Stream La Industria Farmacéutica de EEUU - Los Verdaderos Cárteles by El Chupa Cast | Listen online for free on SoundCloud
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