Con Donald Trump, todo se trata con dinero. Con dinero, baila el perro. Y ayer, el perro bailó.
El mercado bursátil estadounidense sufrió una sacudida tras el anuncio de nuevos aranceles del 25% a las importaciones de México y Canadá, y del 10% a los productos chinos. Los inversionistas entraron en pánico y el Dow Jones se desplomó. Pero unas horas después, tras una llamada entre Trump y la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, los aranceles quedaron en pausa por 30 días. Wall Street respiró, aunque la incertidumbre sigue en el aire. Sin embargo, esta medida no significa un alivio definitivo, sino una tregua momentánea en la tormentosa relación comercial entre ambos países. Expertos advierten que esta volatilidad en el mercado podría repetirse si no se establecen acuerdos a largo plazo.
Según Sheinbaum, el acuerdo alcanzado con Trump no sólo frenó los aranceles, sino que también estableció cuatro puntos clave en la relación bilateral:
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Refuerzo en la frontera: México enviará 10 mil elementos de la Guardia Nacional a la frontera norte para combatir el tráfico de fentanilo.
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Control del tráfico de armas: Estados Unidos se compromete a tomar medidas para evitar que armas de alto poder lleguen al crimen organizado en México.
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Mesas de diálogo: Se establecieron reuniones de alto nivel para tratar temas de seguridad y comercio.
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Pausa en los aranceles: Se acordó congelar los nuevos aranceles y evaluar soluciones comerciales.
Además, Sheinbaum mencionó que estas negociaciones no han sido fáciles, ya que la administración de Trump ha impuesto condiciones cada vez más rigurosas..
Aunque el tono de la conversación fue cordial, la realidad es que Trump necesitaba frenar los aranceles por razones que van más allá de la diplomacia. En Canadá, el primer ministro Justin Trudeau también logró un acuerdo similar, justo cuando el premier de Ontario, Doug Ford, amenazaba con cortar el suministro eléctrico a casi 2 millones de estadounidenses. ¿El momento crítico? Justo antes del Super Bowl.
En el caso de México, la presión venía de otro ángulo: los aguacates. Cada año, EE.UU. importa más de 100 millones de libras de aguacates mexicanos para el gran partido. Un aumento en los aranceles hubiera disparado el precio del guacamole a casi 3 dólares por aguacate, y ningún fanático del fútbol americano quiere eso. Trump tampoco querría ver a sus seguidores MAGA furiosos con su cerveza en una mano y un plato de nachos sin guacamole en la otra.
El impacto de esta pausa arancelaria no solo beneficia a los consumidores estadounidenses, sino que también alivia a los productores mexicanos, quienes habrían enfrentado una crisis comercial significativa. Con el Super Bowl a la vuelta de la esquina, la estabilidad en los precios de estos productos es esencial. No es coincidencia que esta decisión se haya tomado justo antes de uno de los eventos deportivos más importantes del año, donde las emociones y las apuestas económicas van de la mano.
Así que sí, las tensiones comerciales pueden parecer un tema de alta política, pero al final del día, cuando se trata de dinero y votos, el Super Bowl y el guacamole pueden inclinar la balanza.

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