Mientras el mundo reflexiona sobre la muerte de Jimmy Carter, a quien todos lamentamos por su decencia humanitaria y su ejemplo como expresidente, creo que ahora puedo compartir formalmente mi propia conexión con la familia Carter.
En 1970, mi abuelo trabajaba como funcionario de nivel medio-alto en la Inteligencia Naval de los Estados Unidos. En Idaho Falls, arrestó al hijo de Jimmy Carter, Jack, por algo sorprendente: ¡fumar un cigarro de marihuana! (Como alguien que no consume, esto me parece ridículo en el contexto actual). En ese entonces, el padre de Jack, Jimmy Carter, era gobernador de Georgia.
Durante el arresto, mi abuelo notó que el joven Carter tenía un poodle negro del que ya no podía hacerse cargo. Jack decidió entregar el perro a mi abuelo con la promesa de que lo cuidaría. Mi abuelo, Rufus, aceptó gustoso y me regaló al cachorro poco después. Llamamos al perrito Pretzel, y estuvo con nosotros hasta 1974, cuando un vecino cruel lo atropelló.
Según mi abuelo, quien falleció hace casi 40 años, Pretzel era uno de los favoritos de Jimmy Carter, quien era un amante de los animales con un corazón bondadoso. Cuando Carter visitó a su hijo, fue muy amable con mi abuelo y mostró especial cariño por el perro.
Es una conexión pequeña pero significativa que me acercó, a través de un perro, a uno de los líderes más emblemáticos de nuestra era. Que descanse en paz.
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