Trump y su “riviera gaza”: una propuesta gacha

Publicado el 6 de febrero de 2025, 4:19

Imagina esto: casinos y hoteles de gran altura con luces de neón brillantes y coloridas adornadas con la marca Trump en la cima, extendiéndose sobre una vasta red de playas y resorts en Gaza. La llamada "Riviera Gaza" podría parecer un paraíso junto al mar Mediterráneo construido para la burguesía de alto nivel, pero sería un monumento a la destrucción, el odio y la limpieza étnica del pueblo palestino.

Las recientes declaraciones de Donald Trump no solo confirman su absoluto desprecio por la vida humana, sino que también exponen su visión imperialista, en la que las naciones y sus pueblos son simples fichas en su tablero de negocios. Su propuesta de convertir Gaza en la "Riviera de Medio Oriente" bajo control estadounidense, desalojando por la fuerza a toda su población, no es más que una extensión de su política de saqueo y despojo.

Las palabras de Trump, pronunciadas en una conferencia conjunta con Benjamin Netanyahu en la Casa Blanca, no dejaron lugar a dudas. Su plan para Gaza no está motivado por razones humanitarias, sino por una ambición despiadada de remodelar la región en función de intereses político-económicos que beneficiarán a las élites de Israel y Estados Unidos. En su visión distorsionada, los palestinos simplemente deben desaparecer para que inversionistas extranjeros puedan explotar su tierra y convertirla en un destino de lujo.Lo peor es que Trump promete desplegar tropas estadounidenses como parte de su plan.

Las reacciones internacionales no se hicieron esperar. Desde Arabia Saudita hasta la ONU, la condena ha sido unánime. Organismos internacionales han calificado la propuesta como una incitación a la limpieza étnica, una violación flagrante del derecho internacional. La Convención de Ginebra, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y la Convención de La Haya prohíben expresamente la transferencia forzada de poblaciones. Sin embargo, para Trump y sus aliados, estas leyes no son más que obstáculos burocráticos en su afán de dominación.

El descaro con el que Trump plantea este proyecto también expone el verdadero rostro del sionismo expansionista. Durante décadas, los líderes israelíes han justificado la expansión de asentamientos con argumentos religiosos y de seguridad. Sin embargo, el respaldo entusiasta de Israel a la "solución" de Trump demuestra que su objetivo no ha sido otro que la eliminación de los palestinos y la anexión total de su territorio. Líderes de todos los sectores políticos israelíes, desde el Likud hasta los extremistas de Poder Judío, han celebrado la propuesta como una "solución justa" para la Franja de Gaza.

No sorprende que Trump, con su mentalidad de estafador inmobiliario, vea Gaza como un terreno vacío listo para ser explotado. Lo que él llama una "oportunidad fenomenal" no es más que la aniquilación de un pueblo que ha resistido inquebrantablemente la ocupación y la opresión.

La magnitud de la devastación en Gaza es aterradora. Tras más de un año de bombardeos y asedios, el número de muertos ha alcanzado los 61,709, con al menos 47,487 cuerpos recuperados en hospitales y 14,222 personas desaparecidas, sepultadas bajo los escombros. Más de 111,588 personas han resultado heridas, y cerca de 2 millones han sido desplazadas, muchas de ellas en condiciones infrahumanas. La destrucción de infraestructura es total: 92% de los hogares han sido arrasados, 450,000 unidades de vivienda han sufrido daños severos, y el costo económico supera los 50,000 millones de dólares.

La atroz estrategia de guerra también ha eliminado los servicios esenciales de la Franja. El sector de la salud ha sido desmantelado con la destrucción de 34 hospitales y 80 centros de salud, mientras que el sistema educativo ha sido aniquilado con la destrucción de 1,661 instituciones, dejando a 785,000 estudiantes sin acceso a la educación. Estos actos no son meros daños colaterales, sino una estrategia deliberada de erradicación de la identidad palestina.

El mundo debe reaccionar con firmeza ante esta aberración. Permitir que Trump y Netanyahu sigan avanzando con esta agenda de genocidio, exterminio y despojo es una afrenta a la justicia y a los derechos humanos. La comunidad internacional debe rechazar tajantemente esta propuesta y exigir responsabilidades a aquellos que intentan normalizar el colonialismo y la limpieza étnica en pleno siglo XXI.

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