La segunda administración de Donald Trump no es más que un ariete oficial dirigido contra los inmigrantes. Ayer, el amo anaranjado de la xenofobia dejó claro que no se detendrá ante nada para alimentar el falso estereotipo de que los inmigrantes son parásitos que viven de los impuestos, cuando la realidad es exactamente la opuesta.
El presidente Trump firmó una orden ejecutiva que busca eliminar cualquier beneficio financiado con fondos públicos para inmigrantes indocumentados. Aunque la orden no especifica qué programas serán eliminados, exige que las agencias federales identifiquen aquellos que brindan asistencia a inmigrantes sin estatus legal.
Este decreto es pura demagogia. La realidad es que los inmigrantes indocumentados no reciben beneficios federales, salvo en situaciones de emergencia. Desde 1982, la Corte Suprema ha garantizado que todos los niños, sin importar su estatus migratorio, tengan acceso a la educación pública K-12, y algunos inmigrantes con permisos temporales pueden acceder a programas como Medicaid y CHIP por un tiempo limitado.
Pero Trump y sus aliados prefieren manipular cifras. Se apoyan en estudios de grupos antiinmigrantes como la Federación para la Reforma de Inmigración (FAIR), que afirma que los inmigrantes indocumentados cuestan $182 mil millones anuales a los contribuyentes. Sin embargo, el Instituto de Tributación y Política Económica ha demostrado que los inmigrantes sin estatus legal han aportado miles de millones al sistema de Seguridad Social, dinero que nunca podrán reclamar en su retiro.
El Instituto CATO, de orientación libertaria, desmiente la mayor mentira sobre los inmigrantes y los programas de ayuda social: “Los inmigrantes no ciudadanos –incluyendo indocumentados y aquellos con visas temporales o residencia– utilizan un 54% menos de beneficios públicos que los estadounidenses nacidos en el país.” Es decir, el mito de que los inmigrantes son una carga es completamente falso.
La masacre del TPS: medio millón de deportaciones
Como si no fuera suficiente, Trump también tomó otro golpe brutal contra los inmigrantes al revocar el Estatus de Protección Temporal (TPS) para cientos de miles de haitianos y venezolanos, dejando a estas comunidades vulnerables a la deportación masiva en agosto.
La secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, justificó la eliminación del TPS con la retórica racista de siempre: “Estamos devolviendo la integridad al sistema de TPS, que ha sido explotado y abusado por inmigrantes ilegales durante décadas.” En realidad, el TPS fue diseñado para proteger a quienes huyen de desastres naturales y violencia extrema en sus países, y su cancelación forzará a familias enteras a regresar a situaciones de peligro.
La medida afecta a más de 300,000 haitianos, quienes habían recibido una extensión de su estatus hasta febrero de 2026. Sin embargo, ahora solo tendrán protección hasta agosto. Noem también eliminó la protección para 600,000 venezolanos, dejando a 350,000 sin renovación para abril.
En su campaña, Trump y su vicepresidente J.D. Vance avivaron el odio con falsos rumores de que los haitianos en Springfield, Ohio, estaban “comiendo mascotas de los residentes”. Ahora, con la eliminación del TPS, están cumpliendo su amenaza de deportar a cientos de miles de personas que han vivido y trabajado legalmente en EE.UU. por años.
Las demandas ya han comenzado. Grupos de defensa han interpuesto una demanda contra la administración Trump por la revocación del TPS para los venezolanos. Mientras tanto, la incertidumbre se cierne sobre aproximadamente un millón de inmigrantes protegidos por este estatus.
El ataque de Trump contra los inmigrantes no es nuevo. En su primera administración, intentó eliminar el TPS para Haití, Nicaragua, El Salvador y Sudán, pero los tribunales lo bloquearon. Esta vez, con un Congreso más radicalizado y una Corte Suprema controlada por la extrema derecha, el futuro de estas comunidades es incierto.
Lo que sí está claro es que la administración Trump seguirá su cacería de inmigrantes con mentiras y medidas crueles. Pero los inmigrantes han resistido antes y lo harán de nuevo. La lucha por la dignidad y la justicia no termina aquí.
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