Idaho al borde: Extremistas, redadas y la traición del Partido Republicano
Ayer el gobernador Brad Little se rodeó de legisladores y jefes policiales para celebrar la firma de la HB-83—una ley antiinmigrante que promueve el perfilamiento racial, cuesta millones en litigios, y desafía la autoridad federal sobre inmigración. Mientras la ACLU de Idaho ya presentó una demanda para detener su aplicación, el gobernador decidió usar el momento para halagar al presidente Donald Trump y reafirmar su lealtad a políticas que criminalizan comunidades enteras.
“Una y otra vez, Idaho ha ayudado al presidente a cumplir sus promesas en materia de inmigración”, dijo Little al firmar la ley el jueves.
(KMVT, 31 de marzo de 2025)
Pero esta ley no es sólo inconstitucional. Es peligrosa. Criminaliza el simple hecho de vivir sin documentos, aumenta las penas por delitos únicamente si la persona no es ciudadana, y ordena cooperación estatal con ICE, aunque eso contradiga las protecciones constitucionales.
La ACLU de Idaho, junto con otras organizaciones y cinco demandantes anónimos, presentó la demanda IORC v. Labrador, argumentando que la HB-83 viola la cláusula de supremacía de la Constitución, interfiere con el comercio interestatal y deja a la gente sin claridad legal.
“La ley es inconstitucional. Todos los tribunales que han considerado leyes similares las han bloqueado”, dijo Paul Carlos Southwick, director legal de la ACLU Idaho.
(ACLU Idaho, 28 de marzo de 2025)
Pero el verdadero rostro del extremismo se reveló días antes, cuando una facción radical del Partido Republicano en Idaho utilizó tácticas dignas de regímenes autoritarios para atacar a una legisladora de su propio partido.
El 26 de marzo, Ryan Spoon, vicepresidente del Partido Republicano del Condado de Ada y exoperativo de Idaho Freedom PAC, publicó en X que había denunciado a la representante Stephanie Mickelsen ante ICE. Afirmó que sus empresas agrícolas contrataban “esclavos ilegales”, usando lenguaje abiertamente racista. La redada de ICE ocurrió seis días después.
“Told ya so, Rep. Stephanie ‘Plantation Mistress’ Mikkkelsen,” escribió Spoon, burlándose y dejando en claro que no buscaba justicia, sino humillarla públicamente.
(Newsweek, 28 de marzo de 2025)
(InvestigateWest, 28 de marzo de 2025)
¿El motivo? Mickelsen se ha opuesto públicamente a los extremistas que hoy dominan el partido. Y eso, para ellos, es un crimen imperdonable.
Lo más grave: Mickelsen no violó ninguna ley. Su empresa siguió todos los protocolos federales de contratación. El empleado detenido había proporcionado documentos válidos al ser contratado. Según la ley federal, los patrones no pueden re-investigar el estatus migratorio después del proceso inicial sin caer en discriminación.
Pero a los operadores como Spoon, Matt Edwards (de Citizens Alliance of Idaho), y medios propagandistas como Gem State Chronicle no les importan los hechos. Les importa castigar. Hacer escarnio público. Aterrorizar a otros legisladores para que no se atrevan a pensar por sí mismos.
Este no es un problema aislado. Es parte de una estrategia. El “libro de jugadas” de la ultraderecha incluye:
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Identificar a un republicano que no se someta.
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Inventar un escándalo.
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Coordinar ataques en redes sociales.
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Promover legislación basada en mentiras.
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Silenciar o expulsar a quien se atreva a disentir.
HB-83 nace de ese mismo ambiente. Es una ley escrita no para resolver problemas reales, sino para complacer a extremistas que quieren transformar a Idaho en un laboratorio de políticas vengativas, disfrazadas de “orden.”
Mientras tanto, los verdaderos héroes invisibles de esta historia—los trabajadores agrícolas, muchos de ellos indocumentados—siguen levantando el estado. Sin ellos, Idaho no come. Idaho no cosecha. Idaho no sobrevive.
No se puede decir que uno defiende la Constitución mientras ataca a quienes siguen la ley. No se puede hablar de “libertad” mientras se criminaliza a familias enteras por su origen. Y no se puede seguir fingiendo que este movimiento extremista es solo “una parte más del debate político.” No lo es. Es una amenaza a la democracia.
Hoy, más que nunca, debemos levantar la voz.
Contra el odio.
Contra las mentiras.
Contra el silenciamiento de quienes se atreven a decir la verdad.
Porque si callamos ahora, Idaho mañana será irreconocible.

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